Nos levantamos bien temprano y a la estación, después de un viaje corto en tren llegamos a la Spezia y de ahí un cambio a un tren doble piso para la primera parada de Cinque Terre. Paramos a tomar un capuccino y como nos habían preparado una bolsita con panes, dulce y manteca para desayunar buscamos un banco con vista al mar y comimos algo, como en muchos otros lugares de Italia si tomabas el café parado en la barra salía más barato.
Cinque Terre es un parque natural que bordea el mar mediterráneo, uno lo puede recorrer:
Cinque Terre es un parque natural que bordea el mar mediterráneo, uno lo puede recorrer:
- en auto o moto por una ruta que pasa por arriba de las colinas e ir bajando a cada pueblo (no se puede entrar en auto)
- en tren, que pasa por cada pueblito y entre ellos va por túneles.
- en barco, aunque ese día estaba movido y no salían
- caminando por un sendero de 9 km. que sube y baja bordeando el mar.
Nosotros elegimos caminar los 9 Km., como no habíamos caminado suficiente aún era el paseo que deseábamos hacer.
Después del desayuno y descansados, la vida nos sonríe!
El programa consta de 5 pueblos pequeños que asoman al mar mediterráneo que fueron visitados todos. Vas caminando por las colinas, entre bosquecitos , viñedos, pequeñas casas solitarias y huertos con olivares que unen unos con otros.
Nuestra primer parada fue Riomaggiore, chiquito y colorido con unas vistas muy bonitas desde las pasarelas ,en esa parte son amplias...y la pasarela que une Riomaggiore con Manarola se llama el sendero del amor. Más adelante nos daríamos cuenta que las pasarelas se irían angostando de a poco cada vez más.
Romaggiore y su rampa para los botes.
Todos son pequeños pueblos de pescadores, totalmente peatonales por que están en un peñasco o una pendiente.
Entre Riomaggiore y Manarola hay 1 km. y el sendero es bastante llano, salvo cerca de los dos pueblitos donde hay escaleras.



Entre Manarola y Corniglia también había 1 km., pero el tiempo que lleva es más del triple, eso nos anunciaba un sendero más escarpado. En varios de los pueblitos que seguían los cementerios siempre estaban arriba del todo, en el caso de Manarola al lado de la una placita de juegos infantiles.
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