Nuestro último día en Francia comenzó con el desayuno casero de La Margelle, dulces caseros y uno especial de higo que me hizo acordar a los dulces que comía de chica en casa que hacían tanto mi abuela y mi mamá, también nos dieron higos frescos de la vecina. La hostería tiene una pequeña granja con animales y una atención muy cordial de parte de sus dueños.
Desayuno en el living de la casa.
Entrada de La Margelle. Salimos rumbo a el santuario de la virgen de Lourdes, estaba a pocos km. de donde estábamos así que para las 10 de la mañana habíamos llegado.
Tuvimos que dejar el auto un tanto alejado y caminar para entrar al santuario, había muchísima gente. El santuario se encuentra al lado de la montaña y cerca de un bosque.En la parte exterior de el santuario se encuentran las piscinas , también la gruta donde está la imagen de la virgen que es donde se dan misas al aire libre y la catedral dedicada a la virgen.
El lugar como todo lugar de fé sobre todo cerca de donde hizo su aparición la virgen de Lourdes que se anunció como la Inmaculada Concepción es muy especial y se siente mucha emoción. Tuvimos la suerte que un grupo de Madrid estaba dando misa en castellano en el momento que llegamos y pudimos participar.
La catedral está dedicada a la virgen María y tiene un fresco hermoso pintado en la cúpula, y a los costados de la misma podes acceder a dos capillas más.
Santuario de la Virgen de Lourdes.
Bosque que rodea el santuario.
Cuando llegamos a la gruta nos quedamos un rato escuchando la misa en castellano, ya que justo a esa hora estaban allí un grupo de peregrinos, sacerdotes y monjas de Madrid, escuchamos al coro de monjas que desafinaba tanto que sus propias compañeras no podían evitar la sonrisa, antes de terminar le toco el turno al guitarrista, resultó ser un tal Migueli, con su canción nos puso la piel de gallina, tocaba la guitarra española y cantaba muy bien y la letra era lo mejor.
La catedral de Lourdes.
Pequeña capilla dedicada al Arcángel Gabriel.
Gruta de Lourdes.La última escala del día era
Luz St Sauveur , en este pueblo pequeño nació mi tatarabuelo está muy cerca del límite con España y dentro de los Pirineos. Está a 30 km. del santuario de Lourdes, llegamos al mediodía y todo estaba cerrado incluso los comercios, por suerte teníamos algo en la mochila pero poco, con esto decidimos caminar por la ciudad.
Caminamos hasta el Castillo Santa María y allí encontramos una mesa de madera y banco en donde decidimos almorzar con una vista hermosa del valle, el pueblo , las montañas y el castillo a un costado.....(no había nadie). Es un lugar precioso y la vida pasa entorno a la montaña.
Después de descansar un rato bajamos a la ciudad en busca de información nos atendieron muy amablemente y había alguien que hablaba en castellano , nos dieron un folleto y consejos por donde realizar un paseo corto ya que nuestro avión salía a las 8 de la noche. Después que nos dieron los folletos sinceramente desee haber dedicado más tiempo en días al lugar.
En el pueblo hay una iglesia del Siglo XII que pertenecía a los caballeros Hospitalarios de San Juan.
Luz en la época que viajamos es muy tranquilo y había muchos paseos interesantes para hacer visitando los Pirineos que no quedaban lejos de donde estábamos, pero no nos alcanzaba el tiempo.
Luz St Sauveur.
Puente de entrada a la ciudad.
Vista desde el castillo Santa María al valle.

Castillo Santa María.El castillo de Santa María fue edificado por los condes de Bigorra en el siglo X, poder pisar y admirar el lugar donde alguna vez mi tatarabuelo y tal vez mi bisabuelo jugaron fue muy especial, no solo por lo que significa sino porque el lugar es muy bello.

Tomando agua de Ruisseau L´yse.
Caminata por los alrededores.
Puente Napoléon.
Establecimiento termal.
Iglesia.Teníamos que irnos, tomamos la ruta a Toulouse, el avión salia a las 8 y teníamos que devolver el auto. El camino era el típico de cornisa con muchas curvas así que no podíamos demorarnos mucho.
Devolvimos el auto en Blagnac (el aeropuerto de Toulouse), me presente en el mostrador esperando la revisión del auto, me preguntaron si había llenado el tanque y eso es todo!! Después de subir al avión en 1 hora estaríamos en Madrid, veníamos esperando un vuelo por EasyJet tan olorosamente nefasto como el de Pisa-París, pero fue todo lo contrario, lo único malo fue una caida sobre el costado cuando estábamos aterrizando en Barajas, el pasaje entero gritó AHHHH!!! mientras se notaba como aceleraban para estabilizarlo.
Madrid nos recibió de noche con un hotel cerrado, una encargada que nos trató mal después hacernos esperar para abrirnos la puerta y la pieza con un olor a humedad insoportable. Abrimos la ventana que tenía cerrada supongo que más de un año y nos fuimos a comer algo por ahí, la primera decepción fue saber que a la noche casi no quedaban tapas!!
Encontramos por ahí un Museo del Jamón y comimos en la barra unos callos y una picada con cerveza, riquísimo.